Salvo excepciones, las vacunas disponibles en la actualidad, tienen su origen en los propios agentes infecciosos contra los que se vacuna, los cuales son sometidos a diferentes modificaciones para eliminar su poder patógeno pero manteniendo su capacidad inmunógena.
De ahí que bajo este criterio se clasifiquen a las vacunas en víricas y bacterianas; y a su vez, cada una de ellas se dividen en dos grupos:
A) Vacunas de organismos vivos atenuados:
Consisten en preparaciones de microorganismos que pueden replicar “in vivo” en el huésped de forma similar al microorganismo nativo, originando una infección inaparente o con síntomas mínimos, provocando con ello una respuesta inmune, celular y humoral, similar aunque algo inferior a la provocada por la infección natural. La atenuación del microorganismo, mediante pases sucesivos en diferentes huéspedes animales o medios de cultivo, es lo que garantiza la eliminación de la capacidad de inducir enfermedad; pero su gran inmunogenicidad provoca generalmente protección a largo plazo y con un mínimo de dosis. Como inconveniente tienen el ser vacunas más inestables, más difíciles de producir, más reactógenas y el que, en determinadas circunstancias, pueden provocar la enfermedad en el huésped o incluso propagarse a otro sujeto.
B) Vacunas de microorganismos muertos o inactivadosLas vacunas muertas o inactivadas se componen de microorganismos inactivados, térmica o químicamente, o bien se trata de fracciones o subunidades de los mismos, incapaces de reproducirse, y por ello incapaces de producir la enfermedad en el huésped o de transmitirse a otro sujeto.
Son vacunas generalmente bien toleradas, menos reactógenas que las vacunas vivas, muy seguras y de más fácil fabricación. Desde el punto de vista inmunológico son menos inmunógenas que las vacunas vivas, precisando adyuvantes, la administración de varias dosis para la primovacunación y posteriormente varias dosis de refuerzo para que la protección obtenida sea a largo plazo.
Por lo general estimulan fundamentalmente la inmunidad humoral y preparan la memoria inmunológica e incluso en algunos casos, sobre todo cuando se administran con adyuvantes o sistemas de liberación, pueden estimular la inmunidad mediada por linfocitos T citotóxicos
A su vez se clasifican en enteras , cuando contienen el virus o la bacteria completa y de subunidades , cuando lo que contienen son antígenos secretados o fracciones víricas o bacterianas de distinta naturaleza.
Vacunas de células enteras. En ellas los microrganismos obtenidos a partir de cultivos se atenúan por pases sucesivos en animales o en medios de cultivo (sarampión, rubéola, varicela y otras víricas o bacterianas de este grupo); o bien se inactivan mediante el calor o agentes químicos diversos como el fenol o el formol (gripe, hepatitis A, antipertusis y otras).
Vacunas de subunidades o fracciones. Las vacunas de fracciones o subunidades son preparaciones purificadas o sintetizadas de determinados componentes (proteínas, péptidos, carbohidratos, toxinas, etcétera) de microorganismos.
Las vacunas de anatoxinas o toxoides se obtienen de las toxinas bacterianas que intervienen en la infección que se purifican a partir de los cultivos bacterianos y se detoxifican por la acción del calor, el glutaraldehido o el formol. Son en general vacunas que proporcionan una inmunidad intensa y prolongada (aproximadamente 10 años cuando se completan todas las dosis).
Otras vacunas de fracciones son las que están constituidas por proteínas o péptidos que contienen epítopos protectores cuya identificación por técnicas genéticas, bioquímicas e inmunológicas permiten determinarlos con gran especificidad.
De gran interés actual son también las vacunas de subunidades constituidas por polisacáridos capsulares , sobre todo después de la conjugación de éstos con transportadores proteicos. Es conocido que múltiples microorganismos poseen una cápsula externa de naturaleza polisacárida y que los anticuerpos que generan son protectores frente a la infección.
Sin embargo estas vacunas tienen como inconvenientes que sólo evocan respuesta inmunitaria humoral mediante anticuerpos opsonizantes a partir de los dos años de edad, que la protección que ofrecen es poco duradera y que no inducen fenómenos de memoria inmunológica con las revacunaciones.
Dentro de la clasificación microbiológica de las vacunas y según el método de obtención del antígeno, se pueden diferenciar las vacunas clásicas o no recombinantes, en las que no se utilizan las técnicas de recombinación de ADN para su obtención, y vacunas en las que se utilizan dichas técnicas.
En las vacunas recombinantes la vacuna está compuesta por partículas proteicas producidas en células huésped, generalmente levaduras, en las que se ha insertado por técnicas de recombinación de ADN el material genético responsable de su codificación.
Las vacunas sintéticas se elaboran a partir de polipéptidos que copian la secuencia primaria de aminoácidos de los determinantes antigénicos del microorganismo. Este tipo de vacunas ha tenido un escaso desarrollo, ya que uno de sus principales obstáculos parece ser la escasa inmunogenicidad de estos péptidos sintéticos, que precisarían el concurso de proteínas transportadoras capaces de aumentar su antigenicidad.
Tipos de vacuna según su composición y aplicación.
Según su composición las vacunas pueden contener uno o más antígenos de la misma o de diferentes especies. Así se denomina vacuna monocomponente cuando contiene un antígeno de un solo microorganismo y vacuna multicomponente cuando contiene varios antígenos de la misma especie, como ocurre con las vacunas acelulares de la tos ferina.
Cuando contienen varios serotipos o serogrupos de un mismo germen se habla de vacunas polivalentes .
En relación a su aplicación , se pueden considerar las vacunas simultáneas y las vacunas combinadas . Las primeras con aquellas que se administran en el mismo acto vacunal, pero separadas físicamente.
Cuando se combinan físicamente diversas vacunas individuales, es decir se combinan varios agentes inmunógenos antes de su administración en la misma jeringa, se habla de vacunas combinadas, las cuales tienen su propia tecnología de fabricación y sus controles de inmunogenicidad, reactogenicidad y eficacia protectora, debiendo demostrarse que son al menos tan eficaces y no más reactógenas que cada uno de sus componentes por separado.
Las principales ventajas son entre otras las de disminuir el número de inyecciones que el niño recibe en cada momento vacunal, disminuir el número de visitas al centro de vacunación, mejorar el cumplimiento del calendario de vacunaciones y permitir una mejor armonización de dichos calendarios entre regiones o países con circunstancias sociales y sanitarias semejantes.
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